martes, marzo 21, 2006

PARA HISTORIA CIENTÍFICA

HISTORIA UNIVERSAL DEL PATINAZO GORDO

La historia de las ciencias tiene dos constantes singulares: la dificultad con que la gente acepta las nuevas teorías y prefiere las equivocadas que le llegan por tradición, y el hecho de que los tiempos se encargan de demostrar el un 90 por cien de los contenidos científicos son falsos y se quedan obsoletos en breve.

La Biología no es una excepción y más cuando se explica como un documental, que es lo que hace el texto de acompañamiento, publicado en ABC.

En el principio era la célula, pero no una cualquiera. O sea, no una célula eucariota, nucleada como Dios manda, sino una procariota, que son de más baja estofa y sólo tienen membrana. Veamos la célula: pocos saben que significa celdilla: es sabido que en ella se encierra el gen, o genoma, y que hace de bolsa para que no se escape el relleno. Llama la atención saber que hay bichos que sólo son una célula y, aún así, se reproducen. Veamos la sexualidad: pocos saben que las colas de nuestros queridos espermatozoides son espiroquetas, o sea, como la sífilis, que agarra por donde arraiga por querencia familiar: cerca de nuestras propias espiroquetas. Veamos la familia: hay caracoles que están asociados con bacterias fosforescentes y se han vuelto fosforescentes de raza. La vaca no sería vaca sin sus bacterias. Las bacterias son sus únicas compañeras, porque los gasterópodos, que andan sobre su estómago, no tienen familia ni tienen suegros. Todos venimos de la espiroqueta, en conclusión, y somos contagiosos.

LYNN MARGULIS
Bióloga. Departamento de Geociencias de la Universidad de Massachussets

«En Estados Unidos un científico ateo es un criminal»

Cree firmemente en la verdad de la Ciencia y lucha por demostrar la suya. Se cuenta entre los más brillantes biólogos de nuestro tiempo y ha visitado Madrid esta semana, de la mano de la Fundación Santander, para explicar su teoría de la simbiogénesis

TEXTO: JOSÉ MANUEL NIEVES FOTO: JAIME GARCÍA

MADRID. Ahí la tienen. La eterna disidente, la rebelde con causa, la enemiga de las verdades oficiales y quizá la más molesta de las «superfiguras» de la Ciencia actual. Evolucionista hasta la médula (darwinista y lamarckiana, pero no neodarwinista), Lynn Margulis no duda en arremeter contra el creacionismo, que contrapone un «diseño inteligente» a las teorías evolutivas, pero también contra el «establishment» de la ciencia y el pensamiento que impera en los Estados Unidos y que mantiene al margen una teoría, la suya, probada ya en sus tres cuartas partes. Desprecia todos los dogmas y también a quienes los imponen. Su único sueño: demostrar que tiene razón.

—Según su teoría, las células eucariotas, las que tienen núcleo, son el resultado de la suma de varios organismos más simples...

—Sí. Los eucariontes aparecieron mucho después que las bacterias, hace unos dos mil millones de años. A partir de ellas se desarrollan los varios reinos de la vida en la Tierra, animales, plantas... Pero las bacterias fueron, desde el principio, las más importantes, y después de nosotros seguirán siéndolo. Hay bacterias (no eucarióticas) que son capaces de moverse, otras saben hacer fotosíntesis, otras almacenan oxígeno... Cuando se unen, nace un organismo nuevo y que incorpora todas estas capacidades. El proceso se llama simbiogénesis y está en el origen de la mayoría de formas de vida actuales.

—Células simples se unen en células más complejas, que a su vez se unen en estructuras mayores... ¿Hasta dónde puede llegar este proceso?

—Creo que existe sólo una forma de vida en la Tierra y que cualquier ser vivo es una parte de algo mayor. Hay vida a muchos niveles: el más bajo es la célula bacteriana y el más grande, en tamaño y volumen, es Gaia, la Tierra entera.

—¿Gaia como unidad biológica?

—No como un único organismo, como decía Lovelock, que lo hacía porque creía que si la gente pensaba en el planeta como en un ser vivo, lo cuidarían más. Yo no creo eso. Ningún organismo puede reciclar en comida sus desperdicios. Nadie puede comer sus propios desperdicios, tiene que recibir comida o energía del exterior. Y Gaia recibe muy poco del exterior. Se puede decir que Gaia es un ecosistema muy complicado, pero no un organismo.

—¿Cuál es el motor de la evolución? nt:En España es S.M. el Rey.

—Cuando yo estudiaba, se decía que la acumulación de mutaciones daba lugar a organismos nuevos. Ahora, sin embargo, se dice que son mutaciones únicas, que se producen al azar, las responsables de ese proceso. Y yo no estoy en absoluto de acuerdo con eso.

—¿Usted no cree que las mutaciones genéticas se producen al azar?

—Sí, pero las mutaciones al azar no dan lugar a nuevas especies. Nadie ha demostrado que sean la causa de que una especie se convierta en otra distinta.

—¿Cómo se origina una especie nueva?

—Sin duda, el proceso más importante es el de la simbiogénesis. Hay ejemplos concretos que lo demuestran. Por ejemplo ciertos gasterópodos, que incorporan bacterias fosforescentes y se convierten en una nueva especie, también fosforescente.

—¿Este mecanismo sirve para explicar el origen de todas las especies?

—Hay más procesos que se suman a la simbiogénesis, como la fisión de cariotipos, que es más importante, desde luego, que la mutación al azar. Pero la fuerza mayor sigue siendo la simbiogénesis.

—¿Cómo se puede aplicar esto, por ejemplo, a los seres humanos?

—Se da el mismo proceso, pero se nota menos debido a otros factores, como los cambios de dieta. No comía lo mismo un australopiteco que un homo sapiens. También los mamíferos hemos adquirido organismos que, dentro de nosotros, cumplen funciones especializadas. Por ejemplo, ¿qué es una vaca? No es más que un tanque de fermentación de 120 litros sobre cuatro patas. Las vacas tienen cuatro estómagos diferentes. Y tienen una comunidad de bacterias, levaduras, etc, que fermentan esa comida y que son absolutamente esenciales para la vaca. Sin esta comunidad bacteriana, la vaca no sería vaca. Es decir, que, a pesar de que existen otros mecanismos, la simbiogénesis se da en mamíferos también. Lo que no se da nunca son acumulaciones de mutaciones al azar. Nunca. Los neodarwinistas nos dicen que ellos saben, cuando en realidad no saben nada. Lo único que hacen es seguir un dogma, y no aceptan otras opiniones. Me han cortado todos los fondos. Estoy aquí, dando conferencias, para ganar dinero para mis estudiantes. La NASA, después de 34 años, me ha cortado completamente la financiación. No 1e gusta el trabajo que hago. Durante 17 años he fracasado con la revisión de pares, que es la revisión que colegas supuestamente expertos en un campo realizan del trabajo de un científico antes de que sea publicado. No tienen ninguna razón, no saben de lo que hablan, ni saben nada de biología, pero rechazan una y otra vez mis trabajos. Están dando dinero a gente que sólo hace modelos en ordenadores, y nunca han visto un ser vivo. Y no puedo hacer nada.

—¿No está su teoría demostrada por lo menos en tres cuartas partes?

—Sí. Sólo queda esa cuarta parte que no les gusta. No quieren creer que las colas de sus espermatozoides proceden de espiroquetas. Y ese es mi trabajo actual.

—¿Sería esa la cuarta adquisición de las células y la «pata» que le falta a su teoría?

—Sí. El movimiento fue lo primero (espiroquetas). La capacidad de metabolizar oxígeno fue lo segundo (mitocondrias). La capacidad de fotosíntesis (algas) fue lo tercero y lo cuarto es la fabricación de proteínas (arqueobacterias). Cada una de estas capacidades corresponde, en origen, a un organismo diferente. Todos juntos forman las células eucariotas actuales.

—¿Qué opina del creacionismo?

—Los términos creacionismo y diseño inteligente son sinónimos. Ahora se usa el segundo, que parece más científico, pero no tiene nada de ciencia. Estoy totalmente en contra del creacionismo. Sus defensores practican el autoengaño. No vale decir que es demasiado complicado como para explicarlo. Algunos creen que, como no estoy de acuerdo con el neodarwinismo, entonces tengo que ser creacionista. Y eso es ridículo. Soy totalmente evolucionista.

—¿Cuál es el caldo de cultivo del creacionismo?

La diferencia entre Europa y Estados Unidos es que los norteamericanos no estudiamos filosofía. Y la mayoría de la gente allí piensa que sólo se puede ser dos cosas: cristiano y bueno o ateo, malo y criminal. Un científico ateo es, por definición, un criminal. Puede mentir, robar, puede asesinar... porque no tiene Dios. Y eso no es un problema en Europa. (Aquí podemos asesinar aún teniendo Dios, ¿no?) Ese es el caldo de cultivo del creacionismo. Si yo no creo en los diez mandamientos, entonces soy capaz de hacer cualquier cosa.

—¿Qué sueño le gustaría ver cumplido antes de irse de este mundo?

—Acabar de explicar el origen de la célula eucariótica, la cuarta parte que falta para completar mi teoría. Y me gustaría que se me recordara por haber demostrado que hay cuatro componentes bacterianos en cualquier célula de planta y por lo menos seis en cualquier célula eterotrófica (que se tiene que alimentar de compuestos orgánicos). Eso es lo que quiero. Yo sé que tengo razón. Y conseguiré demostrarlo.

Anexo en cajetín aparte:

«El primer organismo vivo fue una bacteria»

—¿Dónde está la frontera de la vida?

—Para mí está claro. No hay nada más sencillo que una célula que pueda considerarse vivo. Se dice que está vivo todo lo que puede evolucionar, pero también las estrellas evolucionan y no están vivas. La vida es automantenimiento. La célula más pequeña y sencilla que conocemos hoy en día se llama micoplasma. No tiene núcleo, pero sí membrana. Tiene apenas unos 500 genes, pocos comparado con otras pero mucho comparado con un virus, que puede tener apenas dos o tres genes, y con ellos no puede hacer nada. Un virus no sabe hacer nada si no entra en una célula viva.

—Hay quien considera a los virus como los seres vivos más sencillos...

—Rechazo eso totalmente. Un virus es como la sal. Lo pones dentro de un frasco, en una estantería, y no hace nada. Y así continúa hasta el momento en que entra en una célula viva. ¿Alguien piensa que un virus informático es un computador? No. Pues lo mismo.

—¿Y las bacterias?

—Esas sí. Claro que sí. Son células, aunque procarióticas, es decir, que no tienen núcleo. Pero tienen membrana. El primer organismo vivo de nuestro linaje fue una bacteria...

—¿Cómo es de antigua la vida?

—Sabemos por el registro fósil que la vida tiene casi cuatro mil millones de años. Hay tres formas de evidencia. La primera son los microfósiles. Se pueden cortar rocas y verlos. Otra es lo que se llama «zumo de rocas». Se trata de extraer compuestos químicos de las rocas que pueden haber sido hechos por organismos. Y la tercera, que a mí me interesa muchísimo, son los estromatolitos, lo que nosotros llamamos «rascacielos de bacterias». Hoy en día tenemos en dos o tres lugares, muy pocos en el mundo, grandes estromatolitos.

PUES NADA: Metamos los virus en tarros, para que se estén quietos, repoblemos los estromatolitos y hagamos a la vaca consciente de ser un tanque de fermentación de 120 litros: como estudiamos filosofía en Europa, todo nos será posible. Es la ciencia la que habla.