DECADENCIA MULTICULTURAL
PRIMERO, UN ANTICIPO DE TELE TRAPISONDA:
La Batalla del Ebro, en broma
Pulse sin miedo
La historia del Reino Unido es bastante terrible: más injusta y salvaje que la de España, a la que heredó en la rectoría del mundo. Las guerras mundiales del Siglo XX la dejaron fuera de lugar y de tiempo y ahora vive una decadencia alimentada, como todas, por la falta de comprensión de lo que le sucede.
Con la nueva crisis terrorista y la detención de jóvenes dispuestos a volar aviones y personas, la prensa del lugar y los ingleses del lugar se preguntan cómo británicos musulmanes, nacido y educados allí, pueden atacar a Inglaterra y a sus intereses. La respuesta es tan obvia que no la ven y, si la ven, el pensamiento oficial les impide decirlo. Algo muy sencillo: es que no son británicos. Viven una decadencia forzada por la suposición de que son posibles sociedades multiculturales unidas. Tuvieron que acoger a ciudadanos fugitivos de las ruinas del imperio; ciudadanos de toda religión, cultura y raza. Y lo pagan.
En España llevamos dos siglos y medio -por lo menos- padeciendo de lo mismo sin que nadie lo formule claramente ni lo ataje. Se creó una España multicultural desde que se establecieron, como modernidad, dos culturas extranjeras, mal importadas desde sus orígenes franceses y alemanes. Conviven mal, desde los Borbones acá, con el talante y la cultura españoles y llevan demasiado tratando de substituir -a la buena y a la mala- la cosmología, los consabidos y la fe de España.
Tales culturas, verdadera invasión de las mentes, han propiciado la decadencia primero y la pendencia civil después. Son las importaciones de baja calidad del Liberalismo y del Marxismo, culturas ambas de fabricación racional artificial y no de aluvión, convertidas en simulacros de fe o secta.
Los muy infectados no son españoles, como no son británicos los jóvenes mahometanos en Inglaterra. Son fuerzas expedicionarias que desean la conquista de la sociedad para crear sobre ella algo muy distinto a España y a Inglaterra.
Parece que ni españoles ni ingleses tenemos intención de tomarnos esto en serio, bien por no verlo, bien porque es ya demasiado tarde, aunque, en el caso de España, los gobernantes (antes liberales y ahora socialistas, o sea, de las otras culturas) vuelven a desenterrar los enfrentamientos, esta vez con la esperanza de que resulten definitivos.
Con la nueva crisis terrorista y la detención de jóvenes dispuestos a volar aviones y personas, la prensa del lugar y los ingleses del lugar se preguntan cómo británicos musulmanes, nacido y educados allí, pueden atacar a Inglaterra y a sus intereses. La respuesta es tan obvia que no la ven y, si la ven, el pensamiento oficial les impide decirlo. Algo muy sencillo: es que no son británicos. Viven una decadencia forzada por la suposición de que son posibles sociedades multiculturales unidas. Tuvieron que acoger a ciudadanos fugitivos de las ruinas del imperio; ciudadanos de toda religión, cultura y raza. Y lo pagan.
En España llevamos dos siglos y medio -por lo menos- padeciendo de lo mismo sin que nadie lo formule claramente ni lo ataje. Se creó una España multicultural desde que se establecieron, como modernidad, dos culturas extranjeras, mal importadas desde sus orígenes franceses y alemanes. Conviven mal, desde los Borbones acá, con el talante y la cultura españoles y llevan demasiado tratando de substituir -a la buena y a la mala- la cosmología, los consabidos y la fe de España.
Tales culturas, verdadera invasión de las mentes, han propiciado la decadencia primero y la pendencia civil después. Son las importaciones de baja calidad del Liberalismo y del Marxismo, culturas ambas de fabricación racional artificial y no de aluvión, convertidas en simulacros de fe o secta.
Los muy infectados no son españoles, como no son británicos los jóvenes mahometanos en Inglaterra. Son fuerzas expedicionarias que desean la conquista de la sociedad para crear sobre ella algo muy distinto a España y a Inglaterra.
Parece que ni españoles ni ingleses tenemos intención de tomarnos esto en serio, bien por no verlo, bien porque es ya demasiado tarde, aunque, en el caso de España, los gobernantes (antes liberales y ahora socialistas, o sea, de las otras culturas) vuelven a desenterrar los enfrentamientos, esta vez con la esperanza de que resulten definitivos.
El Rector 007 Bis Cátedro de Invisibilidades Verdaderas
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