sábado, agosto 12, 2006

DECADENCIA MULTICULTURAL

PRIMERO, UN ANTICIPO DE TELE TRAPISONDA:

La Batalla del Ebro, en broma

Pulse sin miedo

La historia del Reino Unido es bastante terrible: más injusta y salvaje que la de España, a la que heredó en la rectoría del mundo. Las guerras mundiales del Siglo XX la dejaron fuera de lugar y de tiempo y ahora vive una decadencia alimentada, como todas, por la falta de comprensión de lo que le sucede.

Con la nueva crisis terrorista y la detención de jóvenes dispuestos a volar aviones y personas, la prensa del lugar y los ingleses del lugar se preguntan cómo británicos musulmanes, nacido y educados allí, pueden atacar a Inglaterra y a sus intereses. La respuesta es tan obvia que no la ven y, si la ven, el pensamiento oficial les impide decirlo. Algo muy sencillo: es que no son británicos. Viven una decadencia forzada por la suposición de que son posibles sociedades multiculturales unidas. Tuvieron que acoger a ciudadanos fugitivos de las ruinas del imperio; ciudadanos de toda religión, cultura y raza. Y lo pagan.

En España llevamos dos siglos y medio -por lo menos- padeciendo de lo mismo sin que nadie lo formule claramente ni lo ataje. Se creó una España multicultural desde que se establecieron, como modernidad, dos culturas extranjeras, mal importadas desde sus orígenes franceses y alemanes. Conviven mal, desde los Borbones acá, con el talante y la cultura españoles y llevan demasiado tratando de substituir -a la buena y a la mala- la cosmología, los consabidos y la fe de España.

Tales culturas, verdadera invasión de las mentes, han propiciado la decadencia primero y la pendencia civil después. Son las importaciones de baja calidad del Liberalismo y del Marxismo, culturas ambas de fabricación racional artificial y no de aluvión, convertidas en simulacros de fe o secta.

Los muy infectados no son españoles, como no son británicos los jóvenes mahometanos en Inglaterra. Son fuerzas expedicionarias que desean la conquista de la sociedad para crear sobre ella algo muy distinto a España y a Inglaterra.

Parece que ni españoles ni ingleses tenemos intención de tomarnos esto en serio, bien por no verlo, bien porque es ya demasiado tarde, aunque, en el caso de España, los gobernantes (antes liberales y ahora socialistas, o sea, de las otras culturas) vuelven a desenterrar los enfrentamientos, esta vez con la esperanza de que resulten definitivos.

El Rector 007 Bis Cátedro de Invisibilidades Verdaderas

viernes, agosto 11, 2006

FUEGO GALLEGO

El español normal lleva demasiado tiempo aceptando que todo se justifique con unas palabritas a tiempo. Especialmente lo que hacen los amos de la información, porque los social-comunistas son muy buenos a la hora de maquillar las verdades que no les convienen, y a la hora de sumirlas en el olvido con una simple muletilla que se repite hasta que el seso más despierto se recalienta y cede.

Es inútil comparar entre la distinta vara de medir usada para las catástrofes. Por lo tanto, no es oportuno comparar el Prestige, tan magnificado con aquello del "Nunca mais", como estos fuegos de los infatuados son mantenidos apenas como telón de fondo de la representación telediaria. No les han sacado un dicho, un mote, ni una plataforma, algo como "Plataforma para el fuego continuo"; ni van jóvenes de toda España a darle al cortafuegos ni a la manguera.

Las comparaciones con los hechos del Psoe están llamadas a la falta de eco y a la desaparición. Y, por lo tanto, nada hay que comparar. Pero, al menos, sí se debe poner, cara a la historia, algún pie de imprenta a la llama que nos ha traído el descuido en gallego, o sea, el descuido social-nacionalista, que no quiso bomberos que no apagaran en gallego el fuego.

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"Esto, pa siempre"
(si no espabiláis)

miércoles, agosto 02, 2006

PARA LA RECIENTE MEMORIA DEL SOCIALISMO

Este artículo, publicado en el ABC es una notable pieza de convicción de la sinuosa línea socialista que la memoria pierde cada dos por tres. O tres por cuatro. Junto con la memoria histórica viene un olvido histórico potente que evita la justicia en las elecciones. Ignacio Camacho señala muy bien y con puntería burlona.

Honorable «Cacerolo»

Por IGNACIO CAMACHO

LLEVABA el maletín a cuestas cuando lo paró la Policía. Veintidós millones de pesetas del año 92, procedentes de una comisión entregada en Madrid por una constructora a la que le había conseguido la contrata de una carretera autonómica. Un trabajito fácil: su hermano era director general de Carreteras en la Junta de Manuel Chaves. Coser y cantar. Lo decía uno de los comisionistas en las escuchas interceptadas: yo con tres o cuatro milloncitos al mes me puedo retirar. Cuando trincaron con la pasta a Jorge Ollero se supo que ese dinero era, en efecto, la calderilla de un montaje. Informaciones privilegiadas, concursos a medida, pasteles repartidos. Una trama de corrupción en la rutilante Andalucía socialista de la Expo.

En las charlas telefónicas, los imputados hablaban en clave, como Mortadelo y Filemón. Aquello era una radiografía, un retrato de época. «Los del whisky» eran Dragados y Construcciones (DYC); «el Árbol» era Del Pino, el de Ferrovial, y «Cacerolo» era, naturalmente, Ollero. A su hermano lo llamaban, claro está, «el hermano de Cacerolo». Todo muy sutil, como salta a la vista. Llevaban años manejando contratas y concursos en las tripas de la administración autonómica. Saltó un escándalo considerable, pero Chaves puso cara de póquer y nadie se dio por aludido, salvo la constructora que había pagado la tela, Ocisa, que tomó una decisión trascendental: cambiar de nombre. A unos cuantos comisionistas los metieron en la cárcel una temporada. Los procesaron por el procedimiento abreviado: el juicio sólo se demoró siete años, en el curso de los cuales falleció uno de los cerebros de la trama. Hubo condenas medianas, alguna leve, y alguna absolución. Pero...

Pero la orden judicial de intervenir teléfonos tenía un defectillo de forma. El Constitucional anuló las escuchas en 2003, y sin escuchas no había caso. Hubo que repetir el juicio sin tomarlas en cuenta. El lunes salió la sentencia en Sevilla. Todos absueltos. El juez admite que hay aspectos del caso que «extrañan y rechinan al ciudadano», pero sin pruebas no puede condenar, y no condena. Los abogados han celebrado el fallo -nunca mejor dicho- judicial como «un triunfo del Estado de Derecho». En Alhaurín de la Torre, donde se amontonan los acusados de la corrupción marbellí, el nuevo juicio ha levantado grandes expectativas, habida cuenta de que la Operación Malaya se basa en la intercepción de comunicaciones telefónicas.

De inmediato, «Cacerolo» ha pedido que le devuelvan el célebre maletín, símbolo de la época gloriosa y dorada de los pelotazos y las comisiones, y definido en la estupefaciente sentencia como «cosa sin dueño». El procesado alega que el dueño legítimo es él, y probablemente tenga razón. Pedirá el attaché, los 22 «kilos» y los intereses, otro pellizco. Pero al fin y al cabo, ese dinero es suyo. Lo robó limpiamente, como cualquier hombre honrado.